
Reconozco que no soy un gran lector. Y como consecuencia, no me considero escritor.
Sí es cierto que me lo paso muy bien tecleando estas cosillas, me entretengo transmitiendo ideas, maquinando argumentos y desparramando ideas, pero poco más. Quizá fue excepción mi experimento literario-culinario, abreviado como liter-culinario suena fatal; culin-literario suena aún peor. Vale, no he venido aquí a hablar de mi libro. Aunque sea un hobby notable, no tengo profundidad literaria ni la constancia necesaria para esgrimir esta pluma virtual (hoy informática), con la misma energía que esgrimo la espada virtual de mi profesión.
Por eso me maravilla la consistencia literaria de varios compañeros, unos más virtuales que otros en el trato, pero todos reales en el firmamento del papel. Mientras escribo esto tengo cuatro en la cabeza, y como sé que me voy a dejar en el tintero un montón, conocidos ya por mí o todavía no, os emplazo a que me los apuntéis en los comentarios, si os place (dijo mi héroe, hablando en la soledad de la noche- ¿Entendéis por qué no escribo novelas?
A lo que iba, y sin ningún orden, vale, las damas primero:
Ana González Duque, con toda su polifacesis (si se acepta el término). A la espera de que complete su saga de la dra Jomeini, y con el disgusto reciente de que cierra su blog princeps. Aunque seguirá por aquí.
Jose Manuel López Vega. Aunque se prodiga poco, es un hombre del renacimiento, capacitado para las ciencias puras y para las letras más puras aún si cabe. No sé por qué, me sugiere lo que le atribuyen a Heráclito (el oscuro de Éfeso): Lo que le entendemos es muy bueno. Lo que no le entendemos, también. Tiene un ensayo sobre la sonrisa etrusca, una joyita:
JOSÉ LUIS SAMPEDRO / JOSÉ MANUEL LÓPEZ VEGA
Ignacio Jáuregui, buen compañero de trabajo, os dejo a vosotros que juzguéis Nuestro hombre en el Bósforo.
Y dejo de momento la lista en Gustavo Catalán, mi reciente adquisición, oncólogo todo empatía desde siempre, y ahora una especie de The Doctor, en mayúsculas.
Pero seguro que la lista continuará. Y hablaré de mi escasa mitomanía. Y de otros escritores cercanos. Y de otras celebridades...