martes, 2 de diciembre de 2014

Desafortunada descripción


Imagen de es.gofreedownload.net

¡Ohhh! ¡Qué bien huele! ¡Aggg! ¡Qué mal huele!

El contacto, frío o caliente, punzante o romo, suave o fuerte, empuja multitud de receptores en la piel, y sentimos el tacto (malo, bueno o yúju).

La vista son fotones que en su incorporeidad (bueno, sí, lo de la onda asociada a un corpúsculo) estimulan nuestra retina.

El oído. Ondas que mueven nuestro tímpano para que a través de la cadena de huesecillos del oído medio llega al cerebro y sentimos el sonido, a veces más bien música, a veces más bien ruido.

Pero el olfato... El olfato. Son trocitos de eso que hueles (volátil, eso sí) que se pega en tu pituitaria, en lo más profundo de la nariz, pegado a la base de tu cráneo, se mete dentro de tí, para que sientas su olor.

Así se lo explico a mis estudiantes. La próxima vez que huelas algo te acordarás de esta entrada tan descriptiva. ¡Se siente!


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