Este no es un alegato anticatalanista de los que pululan por Internet. Ni mucho menos. De hecho, no vimos en todo el puente ni un catalán en todas las zonas de guiris en que nos movimos. Pero es una vergüenza que cuando hice el guiri y en la puerta misma del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona me desapareció la bolsa y la cámara en un imperdonable descuido, la respuesta urbana fuese tan cutre. El vigilante del museo ya se había percatado de que andaban por allí dos conocidos carteristas del barrio, a los que a posteriori atribuyó la nacionalidad “algerina”, y el estado “yonqui”. Por señas les indicó que no actuasen. Vimos la seña, pero nosotros no supimos interpretarla. Ellos se conoce que tampoco, porque actuaron y se evaporaron con el material. En ese momento también desapareció el vigilante. La de la taquilla del museo no quiso saber nada, y menos llamar a la pasma. Me pegué unas carreritas por el barrio del Raval, a ver si veía algo, sin éxito. Apareció la guardia urbana, que en vez de preguntar a todos los testigos (todo el mundo parecía saber y haber visto, menos nosotros), y ver la grabación de videocámara del museo, o rastrear el barrio, que del lugar seguro que algo más que yo ya saben, nos metieron en su coche y nos trasladaron a la comisaría de los mocos de escuadra. Allí nos dieron número, como en la charcutería. Decenas de robados y hurtados, a cual más guiri, esperando a denunciar. Horas de espera. Papeleo inútil. Y a todos el mismo mensaje, que no había nada que hacer.
Dadas las noticias, me sumergí en el Raval. Charlé con dos marroquíes, que me dijeron que cuidado con los argelinos, que no son buenos. No me podían ayudar. Charlé con los “jomeleses” de detrás del museo. El asturiano y su chica, el ciego, el inglés, el payaso, el jefe... Buena gente. Se habían coscado de que pasaba algo y escondieron sus cervezas. Pero aunque me querían ayudar, tampoco tenían contactos. Conocí a un tiarrón ceutí, que en su juventud algo había mangado pero ahora era legal. Por su hijo y su madre juró que no tenía nada que ver y le creí.
Como iba en buen plan y hablando se entiende la gente, no me partieron la cara, ni pasé miedo. Pero no llegué a encontrar ni rastro. Miré en los contenedores, entre los coches, como me habían aconsejado. Sin éxito. Pasaron los de la basura, tirando todo sin mirar. Es su trabajo, tirar.
Así que anulado todo lo anulable, nos queda esperar el milagro de que aparezca lo que no les sirva y no haya ido a la basura. Sabemos que usaron el móvil para hacer dos videollamadas internacionales, por cuatro miserables euros. Nadie va a tirar tampoco de ese hilo, no creo que haya detrás una potente y siniestra organización criminal de la que puedan ocupar los “garçones”. Qué sensación de dejadez. Salvo la pasta, ahora, el material perdido a los “manguis” no les sirve para nada. Para nosotros, no tiene precio. Y no se les puede ni siquiera hacer saber que incluso pagaríamos un rescate.
Aprendida la lección, el regusto amargo de no querer volver nunca más para evitar ese maltrato. No sería difícil arreglar esa cutre-estadística del robo al guiri, pero me temo que no hay ningún interés en ello. Así que tomad nota. http://www.elpais.com/articulo/cataluna/PSC/CiU/proponen/operativo/policial/hurtos/Barcelona/turistica/elpepiespcat/20090801elpcat_5/Tes/
3 comentarios:
Vaya putada Ramón! Y que mala leche habrás hecho...
Yo soy una asidua de Barcelona, mi novio vive allí y voy cada dos o tres semanas y a veces paso varias semanas. Siempre he pensado que a mí iba a ser complicado que me robasen, porque siempre estoy muy alerta con cremalleras en posiciones estratégicas, objetos de valor poco accesibles... Bueno, pues en febrero me dieron un tirón desde una moto, que es para lo único que no estaba preparada. Casi me arrancan el brazo, pero no me paso nada, sólo que ese día yo parecía el Olentzero, llevaba la cámara de fotos, bastante efectivo, una cartera y un móvil nuevos (de las navidades).
No te voy a contar mi experiencia con los mocos (me ha encantado la expresión XD), no he visto tanta rutina y desidia junta en mi vida. Siempre he dicho que Barcelona es puta y desagradecida. Vendida al turismo, desprecia al turista y lo ningunea, hasta que ve la posibidad de sacarle toda la pasta posible.
Vivo una relación amor-odio con Barcelona, y me resulta ser imparcial. El caso es que ahora voy amarrada al bolso como una vieja, y me jode haber perdido la inocencia de provinciana pamplonica.
Ánimo y aunque sea un tópico de esos bobos, piensa que sólo es pasta ;)
Muxus Doc :)
Correos, con mucho cariño, nos remitió el sábado (a los 7 días) un sobre con la cartera aparecida en un buzón de correos, con toda la documentación y las tarjetas (parte de ella estaba aparte y los manguis lo juntaron todo). No es un final feliz, pero con un poco de síndrome de estocolmo, gracias, manguis. Estais mejor organizados que los "buenos". Y gracias, Correos.
Lo siento Ramón, aunque al final ni tan mal. Y es que el Raval y las Ramblas es mucho Raval y Ramblas para uno que no domina el medio. Es puro territorio comanche
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